Hablar de espionaje está inevitablemente asociado a un nombre: Mata Hari, un caso histórico que tomó dimensiones fantásticas hasta convertirse en estereotipo de la mujer espía. En la imaginación popular Mata Hari es sinónimo de belleza y seducción, una “femme fatale” capaz de manipular a los hombres más poderosos al punto que le revelen los secretos de Estado más cruciales.
La realidad es muy distinta, Mata Hari fue una agente, o sea una “colaboradora contratada” por oficiales de inteligencia, no tuvo ningún tipo de lealtad hacia gobierno alguno y sus logros como espía fueron nulos. Si esto fuera poco, entre sus muchas facetas está la forma en la que explotó su imagen y su cuerpo. La verdad es que ninguna oficial de inteligencia, es decir, ninguna espía profesional quiere verse asociada con este mito y mucho menos con la mujer real.
El verdadero nombre de Mata Hari es Margaretha Zelle, nació en 1876 en Leeuwarden, una ciudad de Holanda de treinta mil habitantes, su padre tenía un comercio de venta de sombreros y llegó a tener una fortuna considerable gracias a especulaciones en la bolsa de valores, su madre era de origen javanés, de ahí a que los rasgos de Margaretha no fueran los tipicamente occidentales. Disfrutaron de una vida cómoda y de cierta posición social hasta que las especulaciones en bolsa llevaron a su padre a perder todo.
A la ruina económica se le suma el divorcio. La madre se muda con sus cuatro hijos a un barrio pobre, los cambia de colegio y muere un par de años más tarde. Para ese entonces Margaretha tenía 14 años y su padre la envío a un internado de señoritas con la esperanza de que se convirtiera en maestra. A los diecisiete años tuvo una relación amorosa con el director del instituto y fue expulsada.
Se fue a vivir con un tío suyo y comenzó a buscar al hombre de sus sueños en la sección de mensajes personales de un periódico. Encontró un anuncio de un hombre diecinueve años mayor, John Mac Leod, quien si bien era escocés de nacimiento era coronel del ejército holandés.
Se casaron y pronto tuvieron a su primer hijo, luego al coronel se le asignó una misión en Indonesia que era una colonia holandesa y allí se trasladó con Margaretha y su hijo. Poco después tuvieron una hija. Es en este período en que Margaretha se interesa por la cultura javanesa, aprende algo de su idioma, se inicia en las danzas exóticas y al parecer también algunas técnicas sexuales practicadas en la isla. Margaretha pasaría por la peor experiencia que puede pasar un ser humano: la muerte de un hijo, y peor aún porque su hijo fue asesinado. Una noche los niños se despertaron con terribles malestares y recibieron asistencia médica inmediata. La niña de un año logra salvarse pero el varón de dos años y medio muere. La causa de la muerte es un misterio, la explicación que persiste es que ambos niños fueron envenenados por una criada. Sobre el motivo de semejante brutalidad hay varias hipótesis. Hay autores que sostienen que el esposo de la criada era un soldado javanés y el coronel lo había golpeado brutalmente como castigo por inconducta y luego lo había mandado encarcelar, otros afirman que el envenenamiento fue por iniciativa propia de la criada con quien el coronel supuestamente mantenía una relación secreta Seguramente el misterio nunca será resuelto ya que no hubo juicio, ni siquiera hubo una denuncia. Por extraño que parezca, el envenenamiento era algo frecuente en la isla, recordemos que estaban bajo un régimen colonial.
Más allá de la polémica en torno a la causa de la muerte, el coronel culpaba por el fallecimiento del niño a la falta de cuidado de su esposa y se comenta que era un hombre con problemas con el alcohol y la violencia. La familia vuelve a Holanda y allí se divorcian. La madre queda a cargo de la niña. El padre no cumple con la pensión que le corresponde pagar y para ganarse la vida Margaretha hace sus primeras danzas exóticas en salones. El coronel acusa a su ex esposa ante la ley de llevar una vida disoluta y en cuestión de meses obtiene la custodia de la niña.
El contacto con su hija es muy restringido Margaretha quien mantiene su apellido de casada, decide irse a vivir a París, en ese entonces la capital del mundo. Sus primeros trabajos son posando desnuda para pintores. Poco después se convierte en cortesana. La palabra “cortesana” tiene varias acepciones dependiendo de su contexto, en este caso puntual, es la amante de un hombre rico de quien recibe una ayuda económica que le permite tener una vida de lujo. La cortesana no es una prostituta, no hace un trabajo sexual con hombres dispuestos a pagar determinada tarifa por sus servicios.
Las cortesanas se reunían en bares y restaurantes de lujo ataviadas con joyas, pieles y vestidos muy caros. Para los hombres adinerados era un orgullo tener una cortesana ya que mostraba su posición privilegiada y para las esposas una cortesana no era una verdadera competencia, tengamos presente que muchos de esos matrimonios eran por conveniencia.
Era la época victoriana con su famosa represión sexual y su visión puritana del cuerpo, algo que daba lugar a mucha hipocresía, Margaretha sobresalió por ser una mujer desinhibida que sabía lo que un hombre necesitaba y sabía sacar provecho de ello. Cierta vez declaró: “si un hombre es mi amante, lo natural es que pague por los servicios prestados ¿no cree usted?” pero también sabía hacerse un lugar para satisfacer sus deseos propios y tenía una debilidad especial. Según sus propias palabras: “«Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico. Mi mayor placer es ir a la cama con ellos sin pensar en el dinero. También me gusta probar con distintas nacionalidades».
A los veintinueve años comienza una verdadera carrera como bailarina exótica. Se inventó un personaje para sí misma empezando por su nombre: Mata Hari que en malayo significa ojo del alba. No tuvo escrúpulos en mentir continuamente, decía que había nacido en la India, que su madre era hindú y su padre un lord inglés y que en Oriente había aprendido sus danzas exóticas. Se excusaba de no exhibir sus pequeños pechos alegando que su ex marido, un príncipe hindú, en un ataque de pasión le mordió uno de los pezones hasta arrancárselo. Era continuamente entrevistada por la prensa y mentía una y otra vez, no se tomaba la molestia de ser coherente con sus mentiras lo cual demuestra que era una mujer fantasiosa e improvisada, vivía el momento y solo el momento sin ningún tipo de planificación ni visión de futuro.
Hacía sus propias coreografías, según algunos críticos, muy adaptadas a su estilo personal, parecía entrar en estado de trance y al final de su espectáculo terminaba casi desnuda. Su historia de vida era mentira no obstante su éxito fue verdadero. Comenzó a dar espectáculos en salones privados donde alcanzó a cobrar la suma de diez mil francos por función, unos veinticinco mil dólares de hoy 2020. Era una mujer culta con gusto por el arte y el refinamiento, sabía varios idiomas y su danza resultó erótica y no pornográfica, esto le valió ser aceptada socialmente como una artista. Su imagen fue utilizada en las cajas de cigarrillos y latas de galletitas de su época y llegó a hacer giras por grandes teatros de Europa donde también se presentaban compañías de ópera y de ballet.
En 1906 bailó en el principal teatro de Mónaco frente al príncipe y en esa oportunidad conoció a un oficial alemán. Se enamoraron y él la llevó a vivir con él a Berlín, era un hombre adinerado, viajaron por toda Europa. La familia del oficial no estaba nada conforme con ella y lo presionaba continuamente para que la abandonara, finalmente lo hizo pero le entregó 300.000 marcos a modo de “compensación”. Mata Hari decide volver a París, su carrera como bailarina comienza a decaer ante el surgimiento de otras bailarinas “exóticas” que imitaban su estilo de danza y aspiraban a lograr su éxito.
Se instala en Neuilly, una ciudad cercana a París. Esta vez va demasiado lejos con sus mentiras y anuncia a la prensa que fue contratada por el ballet ruso, uno de los mejores de su época. El público no se lo perdona y hasta queda en ridículo. En esta época hace un intento de recuperar a su hija pero es en vano. Algunos autores dicen que su hija se negó a verla, otros que a la niña no le permitían ver a su madre y que si bien jamás volvieron a verse se escribieron cartas hasta el final.
En 1913, Mata Hari está sola, con participaciones secundarias en espectáculos populares. Está arruinada económicamente, en parte por sus derroches y en parte por una estafa de un banquero que era su amante. En forma secreta ejerce la prostitución en prostíbulos de lujo donde su nombre causa una gran impresión. A finales de ese año vende gran parte de sus pertenencias y se va de Neuilly.
En el verano de 1914 está en Berlín por un contrato artístico justo cuando estalla la primera guerra mundial. Alemania y Francia son enemigos. El teatro cierra y quiere volver a Paris. Cuando va a retirar el dinero que tenía en el banco junto con sus joyas, el gerente le dice que por haber vivido diez años de Paris la consideran francesa, a pesar de que no tenía siquiera la ciudadanía, y se niega a devolverle sus pertenencias. Al estar sin dinero cambia de parecer y decide volver a Holanda. En su país natal recurre a un antiguo amante, un viejo coronel adinerado quien le consigue una casa confortable en la ciudad de La Haya.
Mata Hari fue reclutada por el servicio de inteligencia alemán poco tiempo después de instalarse en La Haya. El reclutador fue el cónsul alemán en Holanda, Eugene Kraemer quien la visitó en su casa y le ofreció 20.000 francos, para que volviera a Paris y espiara para Alemania. Mata Hari aceptó el dinero que equivaldría a 50.000 dólares en la actualidad. En sus días de gloria esa suma era el cachet de dos funciones. Según sus propias declaraciones se aburría mortalmente en Holanda y jamás perdió la ilusión de volver a París a retomar su carrera como bailarina y ser el centro de la escena parisina. A fines de 1915 pasa a integrar la nómina de agentes secretos espiando en favor de Alemania, su nombre en clave es H21.
Mata Hari viajó a Paris en 1916 convertida en una espía de la Inteligencia alemana. Muchos teatros estaban cerrados, los hombres estaban en el frente de batalla y las mujeres ocupaban sus puestos de trabajo. No pudo retomar su profesión de bailarina y mucho menos obtener información valiosa para los alemanes. Desorientada, sin saber que hacer termina por regresar a su país, Holanda. Kraemer no pierde la fe en ella y la manda a Frankfurt a una escuela de espionaje dirigida por una mujer, Elizabeth Muller quien se quejó continuamente de la ineptitud, la indisciplina y la falta de interés de Mata Hari. Luego de un breve entrenamiento en el oficio de espionaje, la ex bailarina exótica viaja a Paris una vez más y ahora los aliados británicos alertan al contraespionaje francés de que Matahari es una posible espía al servicio de Alemania.
El jefe de contrainteligencia francesa era un capitán del ejército llamado George Ladoux. Estaba mal visto por sus superiores por su falta de resultados y su cargo estaba en peligro. Ladoux vio la oportunidad de lucirse, citó a Matahari en su despacho, la interrogó y la dejó ir porque “supuestamente” no tenía pruebas suficientes para arrestarla. Más adelante Mata Hari declararía ante el juez que Ladoux intentó reclutarla para que espiara para Francia y que ella en principio se negó a hacerlo. El capitán por su parte negó haber hecho tal intento.
Dos agentes de la policía judicial asignados a su caso la siguieron continuamente, interceptaron su correspondencia y escucharon sus llamadas telefónicas. Mata Hari retomó su antigua vida de cortesana, viviendo más de su pasado glorioso que de su actual figura. Llevó una vida completamente frívola, su labor como espía a sueldo de Alemania fue prácticamente nula, la información que les envió fue irrelevante y tampoco se preocupaba demasiado por ello.
En esta época Mata Hari conoce a Vadim Maslov, un piloto ruso que integraba la aviación francesa, Rusia y Francia eran aliados de guerra. El oficial tenía 22 años, la edad que hubiera tenido su hijo si hubiera seguido con vida. Mata Hari se enamora perdidamente de él. “Oficialmente” Maslov fue herido en combate (luego voy a explicar porque “oficialmente”) supuestamente los gases le hicieron perder progresivamente la visión del ojo izquierdo que llevaba vendado permanentemente y fue internado en un hospital militar en la ciudad de Vittel. En sus declaraciones, Mata Hari sostuvo que acudió a Ladoux para solicitarle un visado que le permitiera visitar a su amante y que el jefe de contrainteligencia volvió a reiterarle su propuesta de espiar para Francia y ella una vez más se negó a hacerlo.
En brazos de su amante su destino tomaría un rumbo muy diferente. En sus memorias Matahari escribió: “Una noche me preguntó si me casaría con él. Le respondí que sí y comencé a pensar que mi futuro estaba totalmente arreglado, le pediré a Ladoux suficiente dinero como para no tener que serle infiel a Vadim.” Lo más asombroso es que le contó a su amante la oferta que le había hecho Ladoux de ser una espía al servicio de Francia y su amante le sugirió que aceptara. Se sabe que el joven ruso estaba totalmente endeudado.
Matahari volvió a Paris y se presentó ante Ladoux con una propuesta insólita, le dijo que iría a Bélgica que estaba ocupada por los alemanes, allí entraría en contacto con antiguos amigos germanos de épocas felices y obtendría secretos vitales para la victoria de Francia en la guerra. A su regreso le entregaría personalmente todos los datos de inteligencia obtenidos a cambio de un millón de francos que cobraría una vez que hubieran constatado la validez y la importancia de la información. Una propuesta un tanto disparatada, no obstante Ladoux le dio carta blanca a su iniciativa.
Para ir a Bélgica debía pasar por España. En el viaje fue detenida por los británicos y fue llevada ante el jefe del contraespionaje británico. Ella se presentó como espía francesa y declaró estar trabajando bajo las órdenes de Ladoux. El capitán fue contactado y negó tener vínculo alguno con ella, a la vez que sugirió a los británicos que la enviaran de vuelta a Madrid.
En la capital española entró en contacto con el adjunto militar de la embajada alemana, el mayor Von Kalle. Este acercamiento aparentemente se hizo por cuenta y riesgo de Mata Hari, sin que nadie se lo pidiera y sin consultarlo con nadie. Se presentó como la espía H21 (a favor de Alemania). En unos de sus encuentros con Von Kalle, este le contó al pasar que estaba muy ocupado organizando un convoy de submarinos para desembarcar soldados alemanes y armamento en la costa de Marruecos.
Mata Hari cree haber obtenido información absolutamente crucial para Francia. Corre a la embajada de este país en Madrid a transmitir el secreto obtenido al agregado militar francés y luego a Ladoux a través de una carta. Prepara su regreso glorioso a París pensando en el millón de francos que recibiría por su contribución a la victoria de Francia y soñando con su futuro junto a su joven amante.
Increíblemente, antes de partir le pidió algo de dinero a Von Kalle por sus supuestos servicios prestados a la inteligencia alemana. Un error trágico por cierto. El mayor accedió con todo gusto y se comprometió nada menos que a hacerle un giro bancario a París para que retire allí su dinero.
Cuando Mata Hari llega a París intenta ver al capitán Ladoux, jefe del contraespionaje pero éste se niega a recibirla. La verdad era que la información sobre el presunto desembarco en Marruecos no tenía ningún valor. Entretanto el mayor Von Kalle envía un telegrama de Madrid a Alemania solicitando que se le pague a Mata Hari 5.000 francos, y aquí viene la pieza clave que marcó su destino: en la torre Eiffel funcionaba desde 1904 una estación de interceptación de mensajes telegráficos. algo que la inteligencia alemana sabía sobradamente. El mensaje naturalmente fue interceptado. Si esto fuera poco, Von Kalle usó un código obsoleto que los franceses ya habían descifrado. El colmo fue que a pesar de que se referían a Mata Hari en su nombre clave “H21”, mencionaron su domicilio y el nombre de su ama de llaves. Una sumatoria de errores imposibles de creer en un servicio de inteligencia.
Sin la menor duda Von Kalle entregó a Mata Hari a los franceses. pero ¿por qué lo hizo? Una teoría (más adelante voy a explicar otra) sería que para los alemanes Mata Hari se había convertido en una agente doble, es decir, pretendía espiar para ellos y también para sus enemigos y recibir dinero de ambos bandos. Si bien sus aptitudes de espía eran más que limitadas, en medio de una guerra no dejaba de ser peligrosa, tenían que deshacerse de ella y la forma más fácil era entregarla a los franceses.
Mata Hari es arrestada y llevada a juicio ante un tribunal militar. El juicio se hizo público y fue una oportunidad espectacular para Francia de reivindicar su pésima actuación en la guerra. Los soldados peleaban en condiciones deplorables en las trincheras y morían miles en cada enfrentamiento. Había rebeliones y deserciones en el frente de batalla y en la capital se organizaban manifestaciones continuas pidiendo un acuerdo pacífico que pusiera fin a la guerra.
La principal evidencia en contra de Mata Hari fueron los telegramas alemanes, su principal defensa fue su cambio de lealtad a Francia pero como dije anteriormente, Ladoux, jefe del contraespionaje, negó rotundamente haberla reclutado, ni siquiera haberlo intentado. Y lo cierto es que no hay ninguna documentación que pruebe que Mata Hari formaba parte de la inteligencia francesa a diferencia de otros espías de esa época que sí figuraban como agentes.
Mata Hari sostuvo que en una reunión Ladoux le ofreció 25.000 francos por cada agente alemán que entregara. Años después de la ejecución de Mata Hari, otra espía confesó que Ladoux le había hecho una proposición idéntica. Esto puede ser cierto, pero tampoco significa que la haya reclutado. Una explicación bastante lógica es que Ladoux trató de manipularla como todos los oficiales de inteligencia intentan manipular a posibles colaboradores y que Mata Hari en su fantasía y en su desesperación haya creído que era una espía al servicio de Francia. Sus propias declaraciones no la ayudaron en nada, inventó mentiras poco creíbles y contradictorias negando haber colaborado con los alemanes, finalmente cuando admitió haber entregado información a Alemania para pedir clemencia era demasiado tarde.
Si bien es cierto que Mata Hari espió para ambos bandos, lo que se conoce como una agente doble, en términos reales su accionar no favoreció ni perjudicó a ninguno de los dos países en conflicto. El juez, el fiscal y el jurado lo sabían pero en ese momento en Francia a los espías se les aplicaba la pena de muerte independientemente de la calidad de información que hubieran suministrado al enemigo. Se necesitaba la mayoría absoluta del jurado para aplicar la pena máxima y no fue difícil conseguirla.
Los reivindicadores de Mata Hari invocan fallas en el proceso, falta de pruebas y hasta que algunos hechos de los que la acusaron fueron falsos. Quizás lo más coherente hubiera sido que la mantuvieran en prisión hasta el final de la guerra y al término de ésta la liberaran, más aún siendo que Francia estuvo entre los países vencedores.
Mata Hari quedó complemente sola, sin familia ni amigos. Su joven y endeudado amante fue llamado a declarar, se desentendió y se refirió a ella como una aventurera. No falta quien sospeche que Vadim Maslov fue una trampa que le tendió el servicio de inteligencia francés y que las heridas de guerra hayan sido parte del engaño
Y ahora viene lo más insólito: según el biógrafo de Mata Hari, Pat Shippman, poco después del fusilamiento el capitán Ladoux fue arrestado por espiar para Alemania. Un hecho que se mantuvo en secreto para no desmoralizar al pueblo y a los militares franceses. Si esto fue verdad, Mata Hari habría sido una magistral operación de la inteligencia alemana para mantener a Ladoux en su cargo de jefe de contrainteligencia e incluso hacerlo avanzar, cuando estaba a punto de ser destituido. Y también ¿por qué no? de vengarse de una agente que los había traicionado, a la vez que serviría de escarmiento a potenciales agentes desleales. Todo es posible, no en vano al mundo del espionaje se le denomina: “la jungla de humo y espejos”.
Su recuerdo se convirtió en un ícono del espionaje más allá de las fantasías y controversias sobre su verdadera historia tan tergiversada por la industria del entretenimiento. De pie frente el pelotón de fusilamiento pidió que no le vendaran los ojos. Tras los disparos de la escuadra, el jefe del pelotón se acercó y le disparó en la cabeza para asegurarse que la misión había sido cumplida. Nadie reclamó su cadáver yl aquél cuerpo que pocos años antes había encendido la fantasía de multitudes, fue a parar nada menos que en medio de una guerra, a la facultad de medicina como material de estudio.
En sus últimas palabras Mata Hari diría: “Hoy todo se derrumba a mi alrededor, todos me han dado la espalda hasta el hombre por quien habría dado la vida… No sé si en el futuro se me recordará, pero si así fuera, que nadie me vea como a una víctima sino como a alguien que nunca dejó de luchar con valentía y pagó el precio que le tocó pagar.”.
Antonio Figuer